El techno, esa música que puede ser tan machacona como sugerente, con un punto futurista pero siempre asociada a la fiesta y las raves pero que tiene todo un universo de estrellas, hitos y mitos, desde Kraftwerk a Miles Davis, pasando por los himnos 'Born Slippy' de Underworld o 'Knight of the Jaguar' de DJ Rolando, así como todo tipo de variantes que van del techno de Detroit (con Derrick May o Juan Atkins) o nuestra Ruta del Bakalao. Desde hace poco más de una década, una campaña trataba de que se reconociese la cultura techno y los clubes berlineses como patrimonio inmaterial. El comité de expertos de la UNESCO les ha concedido finalmente la distinción, algo que, en España por ejemplo, goza el flamenco. Este reconocimiento subraya la importancia de la comunidad techno de la ciudad y la necesidad de apoyar la cultura de los clubes. La designación de patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO incluye expresiones culturales como la música, la danza, el teatro, las prácticas, los rituales y las habilidades que evolucionan a lo largo de las generaciones. Quizá no todo el mundo sepa que el techno nació en Detroit en los años 80 (semilla Kraftwerk mediante), y luego ha dado la vuelta al mundo, pero en ningún lugar este sonido futurista ha caído en un terreno tan fértil como en Alemania, especialmente en Berlín Oriental y Occidental, así como en otros países europeos como Bélgica o Italia. En Estados Unidos, curiosamente, sería el House el estilo que predominaría en los clubs más modernos, con un pie entre la música disco y el HI-Energy, y las ciudades de Chicago y Nueva York como epicentro.